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lunes, 15 de junio de 2015

La sensación del partido Bolivia- México inaugural es buena, aunque no se ganó en esa oportunidad.

Es probable que el juego de la Selección Boliviana de Fútbol frente a México en la Copa América que se juega en Chile no haya encandilado, pero el equipo generó sus propias virtudes, incluso dentro del estilo que plantea Mauricio Soria. Porque aunque más temprano que tarde se desatendió de la proclama que Soria había pronunciado desde sus primeros días como entrenador de la Selección Nacional, ese cambio evitó un perfil forzado, antinatural. Soria vio que correspondía adaptarse a los atributos y necesidades de sus futbolistas y de los rivales. Nutrido con laterales y extremos veloces, aptos para correr a campo abierto, con delanteros capaces de pivotear y desmarcarse, los postulados de pausa y toque sostenido se subordinarán a otros partidos. No está nada mal saber adaptar un idea madre, porque la construcción de un equipo ordenado, que no anuló las características individuales, redujo el riesgo al mínimo. Las pautas claras sirven para que un equipo sepa moverse desde un lugar determinado; saber qué es lo que conecta con un compañero es una garantía contra el caos. La noción colectiva del juego, las obligaciones compartidas y el reparto de funciones sirven para soportar malos momentos.

Es el equilibrio, la unión, la convicción, la solidaridad y la lucha las que fortalecen cuando las debilidades amenazan.

Al margen de los recursos futbolísticos, Bolivia sobresalió porque hizo que esa fatalidad que se le atribuye al equipo luego de la derrota frente a la Argentina (0 – 5) pasara de largo. Quienes dirigimos en el fútbol boliviano conocemos esa tendencia al pesimismo en el entorno del fútbol, llámese dirigentes, hinchas y principalmente periodistas, esa sensación firme de que lo negativo puede ocurrir a pesar de una placidez vigente. Ese viento a favor que a la Selección llega como briza, esta vez ojala sea constante y fuerte. Y los jugadores son fundamentales para influir en su destino, porque supieron superar momentos complicados dentro la cancha y en un contexto de supuesta inferioridad previa al partido, luego de una derrota traumática.

El equipo manejó el escenario, reguló la atmósfera y evitó que el rival y el entorno lo devoraran, como ha pasado tantas otras Mauricio Soria no transmitió desesperación y cada momento del partido lo fue manejando con paciencia, a la espera del punto de inflexión sin que la propuesta táctica se resintiera.

Ni siquiera en el último cuarto de hora del partido, cuando México se vino con todo y el hecho de que el gol podría llegar en cualquier jugada. Fue un plantel con una fortaleza y equilibrio mental infrecuente en Bolivia, con el liderazgo reconocido de Raldes y Martins, más la sed de revancha de jugadores con mucho por confirmar.

En líneas generales me pareció una buena actuación, reconfortante, a pesar de la ausencia del gol. Desplegó toda su energía en 70 minutos, con mucha actitud y compromiso, después terminó defendiéndose con mucha personalidad y firmeza; sobre el final no permitió que México tuviera posiciones cómodas de lanzamiento al área porque los zagueros se destacaron de arriba. La sensación es que con más juego, con más confianza y fundamentalmente con más tiempo de trabajo podemos aspirar a tener un equipo incómodo para nuestros rivales en los siguientes partidos de la Copa América, como no, en la clasificatoria al Mundial Rusia.

El dato

La historia en Copa América ha sido favorable a Ecuador en sus lances con Bolivia, que ha carecido de definición pero está a dos goles de sumar los 100 a lo largo del torneo. Ecuador solo ha perdido uno de sus siete choques ante Bolivia en Copa América (1949).

¿UNA MISIÓN IMPOSIBLE?

Claudia Aguilar, EFE

Ganar se ha vuelto una misión imposible para Bolivia desde 1997 en Copa América. El empate sin goles con México vuelve a dejar esa tarea pendiente en el equipo de Mauricio Soria para el compromiso de este lunes contra Ecuador en la segunda jornada del grupo A, aunque sus antecedentes en Copa América después de igualar su primer partido no son nada alentadores. Siempre perdió en la segunda fecha luego de firmar tablas en todas las ediciones pasadas en la primera jornada: 2-0 con Costa Rica en 2011, 1-0 con Uruguay en 2007 y 1-0 con Colombia en 2004. Bolivia, sin duda, es el protagonista de las rachas negativas en este certamen. Y ese es el gran desafío de Soria. Devolverle a los suyos la confianza de que sí que pueden romper con todos los ‘maleficios’ que acosan a la Verde, el otro es poder ganar en Chile cuando el país austral ha organizado la Copa.

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