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viernes, 4 de marzo de 2016

Selección: Una labor extensa fue esencial



La larga concentración y preparación, realizadas entre octubre de 1962 y marzo de 1963, fue esencial y decisiva para la posterior consagración de la selección boliviana como campeona del Sudamericano, el único título que obtuvo hasta ahora.

Fue el proceso de trabajo más extenso que se haya realizado, dividido en dos: primero en Cochabamba y luego en La Paz. La primera etapa comenzó con 40 jugadores que se concentraron desde aquel octubre hasta el 14 de enero de 1963, en la clínica de Los Remedios.

Arturo López, arquero titular de esa selección nacional, recuerda que la preparación del equipo tuvo matices inusuales, que muchos luego no creían. Por ejemplo, en Cochabamba, en la clínica compartieron momentos con los internos —alcohólicos y drogadictos en tratamiento—, en quienes vieron una parte dura de la realidad cotidiana. Se entrenaban en una cancha que era parte de una granja del lugar, rodeados de la crianza de patos, conejos y vacas, y compartían mucho diálogo con los sacerdotes que estaban a cargo de esos sitios.

La segunda etapa y a la vez recta final de la preparación fue en La Paz, del 15 de enero hasta la disputa del certamen. En esa oportunidad, el equipo nacional era integrado solo por los futbolistas elegidos para disputar el Sudamericano. El centro de concentración fue el Colegio Militar ‘Coronel Gualberto Villarroel’.

“En La Paz nos acogimos al ritmo militar. Una llamada de clarín y todos al desayuno, al almuerzo o la cena. Dormíamos en pabellones de 30 camas, como en el cuartel; compartíamos baños y duchas comunes. Cada uno lavaba su ropa de prácticas, algunos las enviaban a sus casas”, según López. El exarquero contó que en el lugar había un teléfono para todos y que hablaban una sola vez por semana con sus familiares.

“Lucir los buzos de la selección nacional que la Federación mandó a confeccionar era todo un privilegio. Nosotros representábamos a casi cuatro millones de bolivianos que se ilusionaban con el título sudamericano”. Algo que los protagonistas de la época destacan bastante es el compañerismo y la lealtad con la que convivieron tanto tiempo. Casi 53 años después esa unidad se mantiene.

El brasileño Danilo Alvim era el entrenador; Sixto Oquendo, el preparador físico y José Villazón, el kinesiólogo. La directiva de la FBF logró programar muchos partidos de preparación que se jugaron en Cochabamba y La Paz, además de otros lugares, como los centros mineros de Oruro, siendo uno de ellos Huanuni, donde cumplieron un puñado de cotejos antes de encarar la competición oficial.


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